Rompe la noche su espejo
para volverse nube de escarcha,
silente, frágil,
íntima humedad dispersa
lacerante como el eco de un dolor.
La luz descompone el gesto
fragmentando tu imagen
en mil pétalos de hielo,
polvo en mis torpes manos de hiel
sin tacto ni refugio suficiente.
Destellos de sal derramada
invaden la paz de mis uñas
que aun mudas e inermes
ante la vasta envoltura
que perenne te acompaña
arañan esa tu piel de manzana
que toda la sed de mis dedos
reclaman para si.
Arde la llaga que tu herida
provoca en mi boca,
que te piensa, te desea,
te consume y se desboca.
Sufre mi lengua descarnada
la ausencia de tu espalda
en el sueño recurrente
de una noche que no acaba.
Muere en mi pecho el ahogado
latido de este último verso
que quiebra la voz de un silencio
que hoy solo suspira por ti.
Es hora de desnudar el corazón, y tú lo haces con desgarro y belleza.
ResponderEliminarAdemás Lara...
Besos Quique